domingo, 1 de junio de 2014

Tambor


Tambor que suenas despierto,
voy a quebrar tus entrañas
para que vibres contento
en la noche y la alborada.

Y al ceñirte entre mi pecho,
con mi túnica morada,
hagas temblar los palillos
entre mis manos cansadas.

Tambor, te he de pasear
por la Avenida y la Plaza
a paso cansado y lento
pero con fuerza y con gana.

Me voy a colgar un pito
con cordoncillo de lana,
que sonará entre mis labios,
hasta secar mi garganta.

Y aunque te hiera la piel
con cientos de zapatatas
mañana te limpiaré:
tu piel quedará curada.

Ya no quiero ser mujer,
persona, ni cosa hallada,
quiero ser tamborilera
hasta que se canse mi alma.

Y si me quedo dormida
en una esquina, cansada,
que me despierte el rocío
o los pájaros del alba.

Que me despierte un redoble
con palillos de carrasca.

Tambor tú me harás llorar
el lunes en la mañana
cuando me turbe la ausencia
de tu correa en mi espalda.

María Mercedes Alcaraz Gallego (1982)

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